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A Grey Warden story IV

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Wynne obsevó a la muchacha dormida con el ceño fruncido. La joven guarda gris llevaba dos días sumida en un profundo sueño, desde el día en que su espada atravesó el cuerpo del archidemonio. La maga había oído historias sobre los guardas grises en las que se hablaba de su extraña relación con la Ruina y con los archidemonios. No estaba muy segura de cuáles de aquellos cuentos eran reales y cuáles simples leyendas, pero lo cierto es que nunca, nunca, un guarda gris había sobrevivido a la destrucción del monstruo. Había intentado hablar con Alistair, pero éste parecía haber perdido toda su labia habitual. El ex-templario apenas hablaba ni comía, y había pasado tantas horas velando el cuerpo de Olive que la maga había tenido que hechizarlo para obligarlo a descansar.
Wynne posó suavemente la mano sobre la frente de la muchacha, ligeramente ardiente. La respiración de Olive era regular y su pulso estable, pero su mente parecía estar más allá del velo. Había otra cosa que preocupaba a la anciana maga, algo que todavía no le había mencionado a nadie... Dejó que su mano se posara sobre el vientre de Olive y ejecutó un pequeño hechizo de percepción. Allí, muy suavemente, latía otra vida.
- Wynne -la maga se giró al escuchar la voz de Leliane-. ¿Hay algún cambio? -Wynne negó con la cabeza, apesadumbrada-. Andraste nos ayude... ¿Crees que volverá a... ?
Wynne se levantó de la cama y avanzó hacia la sacerdotisa. Leliane llevaba con ella un poco de sopa y vino, pero no parecía que fuera a hacer falta todavía.
- Tengo que revisar el hechizo de Alistair -explicó Wynne-. Su consciencia se resiste a descansar; y no necesitamos que los dos últimos guardas grises de Ferelden mueran juntos. ¿Podrías velar a Olive por mí?
Leliane asintió con la cabeza y Wynne abandonó la habitación.
Habían alojado a Olive en una hermosa sala del palacio del arl Eamon, en las afueras de Denerim. La ciudad estaba prácticamente destrozada, pero los trabajos de reconstrucción avanzaban a buen ritmo. Eamonn había insistido en alojar al pequeño grupo en su casa, y aún parecía empeñado en poner a Alistair en el trono. Sin embargo, hasta el arl sabía que cualquier conversación tendría que esperar hasta que la suerte de Olive se decidiera, pues su joven sobrino no parecía dispuesto a abandonarla de ninguna manera.
Leliane acarició el pelo de la muchacha con un gesto tierno y suspiró. Enseguida empezó a entonar una canción antigua, algo que sonaba como una nana. La voz de la trovadora vibró en la sala con suavidad y, a los pies de la cama, Dog gimió tristemente.
Fue ese el momento en que Olive decidió abrir los ojos.


La luz. Tan fuerte que quemaba los ojos. Tan cálida como el mismo fuego de dragón. Las células de su cuerpo parecían luchar entre ellas, entregándose con ansia a la luz, a la posesión. El archidemonio quería aquel cuerpo, el receptor más cercano, el más preparado para recibirlo... Entró en él con fuerza, pero había algo nuevo, algo con lo que no había contado...


- ¿Dn-dónde estoy? -la voz de Olive sonaba pastosa, le costaba respirar.
- ¡Oh, por Andraste! -Leliana se puso de pie de un salto, indecisa entre si ir a buscar la sopa, llamar a gritos a Wynne o simplemente abrazar a la guarda gris-. ¡Estás despierta!
Olive se frotó los ojos con dificultad. Apenas tenía fuerzas para levantar los brazos.
- Me siento tan... débil.
- Por supuesto -Leliana corrió por la habitación y cogió el bol de sopa con manos temblorosas-. Tienes que comer, Olive. Llevas dos días sin comer.
- ¿Dos días? -la guarda gris frunció el ceño. Recordaba al archidemonio. Y la luz-. ¿Dónde estoy? ¿Dónde están todos? ¿Dónde está... Alistair?
Leliana le acercó el bol a la boca y la obligó a sorber un poco de caldo. Olive tosió levemente, pero agradeció el líquido caliente en su garganta.
- Están todos bien, hemos ganado. La Ruina ha terminado.
Olive levantó la mirada de nuevo, alarmada.
- ¿Dónde está Alistair? ¿Él está...? -la pregunta quedó en el aire.
- Wynne le ha obligado a dormir -explicó Leliane-. Él... no quería separarse de ti.
Olive intentó incorporarse. Se sentía aliviada y al mismo tiempo todo lo ocurrido parecía haber vuelto a su mente de golpe, como una tormenta. Así que el ritual de Morrigan había funcionado. Estaba viva. Y Alistair también. Sintió ganas de llorar. Así que era cierto, todo había ocurrido. Alistair había pasado la noche con Morrigan... Y ahora ella estaba viva, gracias a ellos. Olive sintió una arcada que le subía por la garganta y apenas pudo reprimir el vómito. Leliana se apresuró a ayudarla y le ofreció un poco de agua. Olive tomó unos sorbos e intentó comer un poco más. Sin embargo tenía el estómago cerrado y enseguida desistió.
- Estás débil -Leliana se sentía un tanto perdida en aquellos momentos-. Deberías tratar de dormir hasta que vuelva Wynne.
- Creo que he dormido bastante -respondió Olive con una sonrisa.
- No creo que hayas dormido... Más bien parecías vagar por algún lugar más allá del velo. Ahora descansa. En todo caso no estás en condiciones de ponerte de pie -Leliana se levantó para retirarse-. Iré a avisar a Wynne. Y si quieres luego puedo prepararte un baño... Alistair también querrá verte.
"Alistair" -pensar en el ex-templario producía un profundo dolor en la joven guarda. Asintió con la cabeza, demasiado agotada para discutir.


Wynne no había necesitado recurrir a la magia por segunda vez para dormir a Alistair. El guarda gris estaba agotado tanto física como mentalmente y al final se había dejado vencer por el cansancio. Sin embargo, se había estado debatiendo en lo que parecían fuertes pesadillas y Wynne se había visto obligada a suministrarle una poción para relajarlo. Además, el nombre de Morrigan había acudido varias veces a los labios del caballero, lo que había dejado a Wynne más inquieta si cabía.
Morrigan. La bruja de la espesura había abandonado Denerim al día siguiente de la batalla. Ni siquiera había esperado para saber si Olive estaba viva o muerta. Simplemente había desaparecido sin decir adiós. Wynne se preguntaba si Alistair tenía alguna relación con la bruja más allá del aparente desagrado mutuo que se profesaban. En los meses que había pasado con ellos, nada que no fueran pullas o desprecios se había cruzado entre aquellos dos. Sin embargo, aquella actitud parecía normal. Él era el hijo de un rey, había sido criado en la Capilla y para colmo era extrovertido por naturaleza. Ella no se sabía bien de dónde había salido y parecía más afín a las alimañas del bosque que a los seres humanos. Además Alistair había dado enseguida muestras de enamoramiento hacia su joven compañera de la orden. Era tan evidente que no podía apartar los ojos de ella más de dos segundos seguidos que Wynne apenas pudo reprimir una sonrisa. Alistair no valía para fingir falsos sentimientos. Y si de algo estaba segura la maga era de que el amor del caballero por Olive era legítimo. Y muy fuerte, a juzgar por las ojeras de preocupación que adornaban ahora mismo su rostro.
Unos golpes en la puerta interrumpieron los pensamientos de la anciana. Era Leliana.
- Wynne -informó con alegría, aunque manteniendo un tono bajo para no despertar a Alistair-. Olive ha despertado.
Wynne sonrió, aliviada, y se puso en pie enseguida. Después lo pensó mejor. Había algo que tenía que hablar con el guarda gris antes de ocuparse de la muchacha.
- Bien, cuida de ella un poco más. No he acabado con Alistar todavía.
Leliana abandonó la habitación y Wynne clavó su mirada en el templario, pensativa. ¿Era aquella una buena idea?
Alistair no pudo conciliar el sueño por más de media hora sin el hechizo de Wynne. Se despertó sobresaltado, buscando a Olive con la mirada y encontrando a la anciana maga en su lugar. Se incorporó y se pasó la mano por el pelo, desconcertado.
- La verdad es que no era esto lo que esperaba encontrarme...
- Siento no ser de tu agrado, Alistair.
- Oh, vaya, no es eso... -esbozó una sonrisa cansada-. Eres de mi agrado, claro. Pero no eres...
- Olive ya está despierta.
Alistair se puso de pie al instante y se apresuró a ponerse la camisa. Buscó con la cabeza los zapatos, pero Wynne ya los tenía en la mano.
- Alistair, hay algo que deberías saber...
La alarma se pintó en el rostro del guarda gris.
- ¿Qué le ha pasado? ¿Está bien? -Alistair arrebató los zapatos de las manos y se precipitó hacia la puerta. Wynne vaciló. ¿Realmente necesitaba contar aquello? Las posibilidades de aquel niño eran muy pequeñas. A fin de cuentas sus padres llevaban la ponzoña de engendro tenebroso en las venas y Olive estaba tan débil que apenas podía mantenerse a ella misma. ¿Era necesario que Alistair se hiciera ilusiones para después perderlo todo? El caballero era demasiado entusiasta, demasiado familiar. Aquello lo destrozaría... Y Olive lo iba a necesitar entero.
- No es nada, era una tontería del Círculo. Vete a verla.
Alistair no se hizo de rogar. Wynne permaneció en la habitación, pensativa.


(Continuará...)
Tercer capítulo de la historia. Y con esto entramos de lleno en la especulación y nos apartamos del argumento del juego...

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4 ¡leyendo!
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
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Comments3
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Neith1985's avatar
Me gusta el giro de la historia y realmente veo que no he sido la unica que lo ha pensado yo tambien tenia en mente algo parecido para mi fanfic xD